martes, marzo 25, 2008

EL DERECHO A VER CINE

Soy un aficionado a leer los comentarios sobre cine en los periódicos, no porque me apasione volverme un experto en la materia, sino para contrastar los juicios de los “sabios” del séptimo arte con la realidad de la penumbra de la sala de cine. También escucho uno que otro programa de radio donde recomiendan ésta o aquella película.

Lo que no soporto es que alguien haya dicho en radio Caracol que una de las películas que se estrenó en Semana Santa es tan mala que no se explica cómo le siguen financiando cintas a ese director. Menos mal que el comentarista no es quien paga. Hablamos del mismo director de “Godzila” y el “Día de la Independencia” que reportaron récords de taquilla por las razones que fuera. Esto demuestra que hay una cosa que no cambia en la gente: el deseo de imaginar, soñar.

Si el cine fuera sólo para los intelectuales, se perdería el encanto de cintas como "Batman" en la que Jack Nicholson realizó un excelente papel interpretando al perverso Guazón… Qué pena señor comentarista… Me quedo con aquello que me reconcilia con el matiné de hace muchos años, cuando íbamos a función doble a ver películas de vaqueros y a Buck Rogers con unos efectos de cocina barata que hoy dan risa, pero que en aquella época nos excitaban la mente.

Voy a cometer un sacrilegio al confesar que me quedé dormido viendo “Apocalipsis Now”… ¡Qué vergüenza! Sin embargo, me reconforta saber que a cine también vamos personas comunes y corrientes que buscamos algo que un colega que enseña Literatura me confesó una vez que le pregunté cuál era la clave del éxito para que a su clase asistieran puntuales sus estudiantes: evadirse…Volarse de la realidad y entrar a un mundo mágico… Gracias a Dios para mí el cine sigue siendo eso.

No me da pena decir que me gocé 10.000 A.C. Es una historia rara, loca, absurda quizás con las mezclas de eras y culturas, pero que tiene los ingredientes que me transportaron a un mundo distinto. Seguiré leyendo los comentarios de cine para dejarme seducir por las películas de una o dos estrellas… Es también un derecho.

EL SHOW DEL CONFLICTO

Definitivamente no hubo mejor momento que el del conflicto con los países vecinos para montar un superconcierto. Juanes anda de gira y lo mismo Miguel Bosé… Publicidad es lo que necesitan y eso fue precisamente lo que les sobró en la preparación de un acto patriótico con el que los artistas resultaron premiando la irresponsabilidad de gobiernos que pusieron en riesgo la estabilidad de cuatro naciones.

La empresa privada y los medios se volcaron también para darse pantalla con el evento de masas que congregó a cerca de 70 mil personas en el puente Internacional Simón Bolívar, entre Cúcuta, en Colombia, y San Antonio del Táchira, en Venezuela. Las chequeras de los industriales Carlos Ardila Lulle y Julio Mario Santodomingo, así como de un buen número de empresas, se desbordaron para sobrepasar la cifra de US$300 millones que costó la generosa iniciativa del paisa de “La camisa negra”.

Trescientos millones de dólares son, mal contados, unos 57 mil millones de pesos. Con esa plata, ¿cuánta hambre no podría calmarse en la misma zona de frontera, donde la etnia wayú pasa trabajos con sus mercancías y donde colombianos y venezolanos comparten el olvido de gobiernos centrales preocupados por otros asuntos?

Bien por Juanes y Bosé, que quedaron como héroes y de paso aseguraron los llenos para sus conciertos que pronto llegarán a las principales ciudades colombianas. ¿Será que algún día el paisa de “La camisa negra” ofrecería un concierto gratis para los desplazados y las víctimas de la violencia?... Si no hay publicidad y medios, eso es muy difícil. Obviamente, faltará de nuevo la mano de Julio Sánchez Cristo y su poderosa W.

lunes, marzo 10, 2008

Y La guerra fue en Pascual Guerrero

Después de una semana de tensiones por la amenaza de guerra internacional con Venezuela, Ecuador y Nicaragua, el conflicto estalló en el barrio San Fernando de Cali, más exactamente en la tribuna sur del Estadio Pascual Guerrero. Allí saltó la válvula de escape en manos de los vándalos que tras la pasión del fútbol esconden conflictos, armas, drogas y licor.

En la refriega hubo generales bien troperos como el técnico del América de Cali, Diego Umaña quien con la precisión de un misil lanzó un golpe a su colega del Deportivo Cali, Daniel Carreño, que lo hizo rodar por la gramilla.

Atrás quedan los buenos propósitos del barrismo social o del “juego limpio…Señores”. La guerra se desató en medio de un espectáculo que por dentro está lleno de cosas oscuras, hasta donde no llega la ley. Hubo insultos de todos lo calibres, patadas, puños, navajas, piedra y vandalismo.

Lo peor de cualquier guerra son las víctimas. En la batalla del Pascual Guerrero la cifra de heridos llegó a 80, mientras que los daños materiales, tanto al Estadio como a las viviendas cercanas al escenario deportivo, aún no se terminan de cuantificar.

Absurdo que el deporte se convierta en lo que vimos el fin de semana. Ni Chavez con sus insultos y amenazas logró lo que la cabeza caliente de Umaña hizo con su colega y vecino de plaza. Al mejor estilo de las marrullerías de los jugadores Umaña lanzó el golpe y escondió la mano.

Con cierta razón un vecino del sector afirmó que ir al estadio de Cali es como firmar la partida de defunción. Ojalá el señor Umaña no tenga nada más que ver con el fútbol en Colombia y que se cumpla a cabalidad el anuncio del alcalde de la ciudad, Jorge Iván Ospina, en el sentido que la tribuna sur no tendrá público hasta cuando la gente sepa comportarse… Cosa bien difícil conociendo la pasión malsana que mueve a algunos hinchas.