viernes, septiembre 19, 2008
EL SUEÑO DE HERR SIMMONDS A ORILLAS DEL CAUCA
Por JORGE MANRIQUE GRISALES
Tal vez el recodo del río Cauca cerca de la actual planta de Puerto Mallarino hoy no cuente mucho el episodio ocurrido hace 125 años cuando en esas aguas se hundió un barco con el que un grupo de entusiastas bugueños pretendía inaugurar el próspero negocio de la navegación fluvial. Se trataba del vapor Caldas traído pieza por pieza desde California, transportado a lomo de mula desde Buenaventura y armado a orillas del río que poco después se lo tragaría.
Los datos de esa aventura andan refundidos, pero gracias a la juiciosa reconstrucción hecha por el periodista Germán Patiño, hoy podemos conocer personajes como Carl Hauer Simmonds, un alemán que después de gastar su fortuna en arriesgados proyectos en la Costa Atlántica y Perú, llegó al Valle de Cauca, en el ocaso de su vida, a quemar sus últimos cartuchos apostándole a sus sueños de negociante. Fue él quien después del desastre del vapor Caldas se le midió a la empresa de crear una flota naviera para sacar del atraso al Valle del Cauca. Observó palmo a palmo las características del incierto río Cauca, desde Cartago a Cali, y con la agudeza de un viejo marino trazó las características que deberían tener los buques.
Ciento veinticinco años después, el río es un enfermo grave. Desde su nacimiento, en el frío santuario del Páramo de las Papas, recibe las descargas contaminantes de 183 municipios a lo largo de sus 1.350 kilómetros de recorrido por la geografía nacional antes de caer en otro moribundo, el río Magdalena, al sur del departamento de Bolívar.
Apenas comparable con la empresa de Herr Simmonds, encontramos hoy a orillas del Cauca a otros dos aventureros: Jorge Santacruz y Angela María Salazar. El primero un arquitecto que sueña con devolverle al planeta lo que la demencia del consumo humano le ha quitado, y la segunda una emprendedora líder de las causas ambientales que a punta de buenas razones ha convencido a la CVC para desarrollar un proyecto único en el país: El Ecoparque del río Cauca.
El cuento empieza por la forma como habitamos el planeta, la cantidad de energía con la que lo contaminamos y la frescura con la que botamos la basura. El denominado Jarillón del río Cauca es un monumento a la desidia de una ciudad que después de los desvaríos por la navegación fluvial, hace 125 años, le dio la espalda al río. Por décadas habitaron allí comunidades que hacían barricadas con la basura y los escombros de la ciudad para que el río no se les metiera a sus humildes viviendas. Esa era la realidad de “Villa Moscas”, nombre con el que fue bautizada esta zona del oriente de Cali.
El arquitecto Santacruz montó toda una filosofía alrededor de la recuperación, y de la mano de Angela María Salazar se reinventó como hombre del diseño y la construcción. Recogió botellas plásticas, escombros y otros materiales de los que la ciudad quiere deshacerse para construir un parque temático en homenaje a la recuperación. Hasta allí llegan los trozos de ladrillo que botan los constructores de apartamentos y el asfalto removido de los sectores por donde se abre paso el MIO.
El Ecoparque del río Cauca consta de cinco escenarios en los que se reconstruye la historia del río y lo que los caleños han hecho con su patrimonio ambiental. Es a la vez un recordatorio trágico pero también una voz de esperanza para los más jóvenes.
El jardín de “Colores, olores y texturas”, recuerda la riqueza natural de un valle que impresionó al mismo Barón Von Humbolt, “hasta el punto de suponer que en él debió de quedar situado el paraíso terrenal”, de acuerdo con el relato de Germán Patiño, consignado en los documentos digitales de la Biblioteca Luis Angel Arango. El jardín de La Baja recuerda episodios del río de donde muchos aún sacan arena para subsistir. El Cactarium recuerda imágenes de los desiertos de las películas de Hollywood, donde se muestra lo agreste de la naturaleza y como pueden deteriorarse los ecosistemas por la deforestación. Más adelante, renace la esperanza con los últimos dos jardines. Uno denominado “Germinando” y otro llamado “Vida, luz y sonidos”. Allí crecen plantas de colores fuertes y se experimenta una reconciliación entre el hombre y el medio ambiente. Con sonido de marimba del Pacífico se inaugurará esta obra.
Dentro de 10 años, los guadales que hoy no alcanzan los treinta centímetros dominarán un sitio privilegiado en el que resurgirá el sueño de Herr Simmonds, pues desde el puerto de Málaga llegará un ferry que revivirá la gloriosa época del Vapor Caldas, el Vapor Cauca y el Vapor Sucre que surcaron las aguas del Cauca en una época en la que el río fue la salvación para muchos, pues por allí llegaba y salía todo.
jueves, agosto 14, 2008
Un mundo sin camiones
No deja de ser reconfortante transitar por una carretera sin tener que ir detrás de un camión o una hilera de camiones.
Las carreteras son escenario de un conflicto que ya va para tres semanas sin solución a la vista. Hay opiniones divididas entre quienes apoyan las caravanas escoltadas por la Policía y quienes persisten en una protesta que puede traducirse en desabastecimiento y carestía.
Pasaron las gloriosas épocas en las que el peso de la carga la asumían los Ferrocarriles Nacionales, empresa industrial y comercial del Estado que tuvo un entierro de tercera en medio de escándalos de corrupción.
El ferrocarril en Colombia transportó el cáfe y hoy sigue llevando el carbón en la Costa Atlántica. Son célebres las referencias que hace Gabriel García Márquez de un tren infinito que sacaba bananos de Macondo y que después de la masacre de 1928 cargó muertos hasta el mar.
En el suroccidente, el Ferrocarril del Pacífico conectaba a Buenaventura con Cali y el resto del país. Hoy quedan apenas los vestigios de rieles que envejecen con el sol.
Ahora, son los dueños de los tractocamiones los que ponen las condiciones y tienen al país sin insumos ni alimentos. Resulta insólito, eso sí, que los mismos choferes lleven a sus esposas e hijos al sitio del conflicto para quedar como víctimas luego de los enfrentamientos con la fuerza pública.
No voy a terciar en la polémica. Lo único que quiero expresar es que hay una posición arrogante de parte y parte. La historia y las malas decisiones nos condenaron a estar sin tren. Es grato viajar sin camiones...pero también preocupa la irresponsabilidad con la que los camioneros manejan la protesta social.
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miércoles, agosto 13, 2008
jueves, agosto 07, 2008
"Patada de ahogado" con la primicia de la Operación Jaque
Por JORGE MANRIQUE GRISALES
Cuando se revelaron las imágenes inéditas de la Operación Jaque que permitió la liberación de 15 secuestrados en poder de las FARC, más de un director de medios se rasgó las vestiduras diciendo que no era correcto que un solo medio, en este caso el Canal RCN, tuviera acceso al material… Todo se reduce al “pataleo”, pues así se diga que la “chiva” no es importante, sigue doliendo mucho cuando alguien se anota una primicia informativa.
El asunto tiene varios aspectos que vale la pena analizar. El primero es el control de la información. Hoy, la tecnología le permite a cualquier ciudadano grabar un acontecimiento en su celular. De hecho, las impactantes imágenes de las torturas en las cárceles iraquíes por parte de las fuerzas estadounidenses no fueron fruto de los acuciosos periodistas de CNN o la ABC. Las revelaciones se conocieron en Internet a través de videos grabados por los mismos soldados norteamericanos en sus celulares.
Otro aspecto tiene que ver con lo que Ramonet denomina la mercantilización de la noticia. Son los mismos medios los que se han vuelto en una oportunidad para quien tenga el video del OVNI captado con la camarita casera. Se pagan sumas absurdas, pues la “chiva” se tiene o no se tiene y punto.
Causó curiosidad ver como después de conocidas las imágenes de la Operación Jaque, periodistas como Darío Arizmendi, director de “6 a.m., Hoy por Hoy”, reclamaban con vehemencia un castigo ejemplar para quien le entregó las imágenes al Canal RCN. Ya no había nada que hacer. La noticia le había dado la vuelta al mundo y el crédito fue para quien la publicó primero.
Ahora bien, la competencia de RCN, sintió un ligero consuelo cuando en la Casa de Nariño se leyó un inocente comunicado anunciado las consabidas investigaciones exhaustivas. Hasta el propio Darío Arizmendi pregonaba a los cuatro vientos las palabras del ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, calificando la entrega de las imágenes a un medio de comunicación como “un acto de traición a la patria”. Lo cierto era que el especial de RCN seguía siendo la noticia del día.
Me pregunto si también fue traición a la patria, en este caso a los Estados Unidos, el hecho que William Mark Felt, número dos del FBI, más conocido como “garganta profunda”, le diera pistas a los periodistas Carl Berstein y Bob Wooward para que destaparan el escándalo Watergate que a la postre provocó la renuncia en 1974 del presidente Richard Nixon, quien se hizo reelegir gracias a maniobras sucias, pagadas con dineros públicos.
Como periodista recuerdo muy bien cuando un grupo élite del Ejército dio de baja el 2 de diciembre de 1993 a Pablo Escobar en Medellín. A todos nos tocó trabajar muy duro buscando los detalles de la que en ese momento era noticia más importante del mundo. Todo lo hicimos muy bien, pero el único medio que sacó en primera página la foto del cadáver de Pablo Escobar fue El Tiempo. Eso sí que dolió. Hasta un ingenuo jefe de información de la época anunció que iba a solicitar a la Procuraduría una exhaustiva investigación para saber quién le había dado la foto al periódico de los Santos o cuánto se había pagado por la “chiva”. Que yo sepa no han condenado a nadie por la foto de Escobar. Igual pasará con la lapidaria frase del ministro Santos con respecto a la Operación Jaque. Lo más claro de todo esto es que con las imágenes del Canal RCN el país volvió a sentir el alivio de saber que 15 colombianos regresaron al seno de sus familias gracias a una argucia bien tejida por el Ejército….Lo demás es “patada de ahogado”.
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lunes, junio 30, 2008
CUANDO LAS FARC LE JUGABAN A LAS PALABRAS
Hace 21 años, Tirofijo, Cano y Jacobo Arenas hablaban de paz con Rafael Pardo, Ricardo Santamaría, Jesús Antonio Bejarano y Carlos Ossa. Detalles de una noche con el Secretariado de las FARC.
JORGE MANRIQUE GRISALES
La orden vino del otro lado de la línea telefónica. Había que estar a las cinco y treinta de la mañana en las instalaciones de Helicol para volar hacia “Casa Verde”. La orden del jefe de redacción incluía pasar por el departamento de fotografía y retirar una cámara, pues sólo había cupo para una persona de “El Espectador” en el helicóptero. Total había que ir preparado para registrar en palabras y fotos el encuentro de la Comisión de Verificación de Cese al Fuego con el Secretariado de las FARC.
Era febrero de 1987. Virgilio Barco llevaba seis meses en el gobierno y el proceso de paz con las FARC tambaleaba por la desinformación. Por esta razón, se decidió crear una Comisión de Verificación para tratar de mantener las condiciones de cese al fuego y tratar de avanzar en los temas de una agenda incierta.
Aún era de noche cuando arribamos a Helicol, cerca al aeropuerto Eldorado. Allí estaban el entonces comisionado de Paz, Carlos Ossa Escobar, Rafael Pardo Rueda, Ricardo Santamaría y Jesús Antonio Bejarano. Un poco alejado y pendiente de su cámara fotográfica estaba el hijo de Ossa Escobar quien para la época tendría unos10 años de edad.
Navegando entre la niebla
Escrutando el cielo, algunos de los allí presentes hacían vaticinios sobre el tiempo reinante en “Casa Verde”. El caso es que la reunión debía realizarse con carácter urgente, pues había mucho malestar por acusaciones de parte y parte. Casi a las siete aterrizó el gigantesco helicóptero amarillo de la Gobernación de Antioquia piloteado por un veterano capitán a quien todos le decían “El Culebro”. Ese mismo aparato se haría tristemente célebre meses después, pues en él perdería la vida el dirigente conservador J.Emilio Valderrama.
Con la experticia que le dieron los años transportando por los aires tubería para construir el oleoducto en Orito, Putumayo, “El Culebro” remontó los cerros tutelares de Bogotá. Las nubes aparecerían y desaparecían como fantasmas. Al cabo de unos minutos y de consultas con Carlos Ossa, el helicóptero aterrizó en la Base Aérea de Apiay, cerca Villavicencio. Allí se abasteció de combustible y recogió a un nuevo pasajero. Se trataba de un desmovilizado de las Farc. Un adolescente con rasgos indígenas que iba vestido de camuflado sin insignias.
A los periodistas jamás nos dijeron cuál era el itinerario. Todos esperábamos aterrizar en la legendaria “Casa Verde”, tantas veces registrada por las cámaras de televisión en el gobierno de Belisario Betancur. El helicóptero remontaba cañoñes y “El Culebro” no apartaba la vista de la ventanilla de piso, cercana a su pié izquierdo, y que le permitía vigilar la cercanía del terreno. Varias veces intentó ingresar por una pared de nubes, pero el aparato volvía a dar la vuelta. Finalmente encontró “el hueco” y pasó. Casi al mediodía estábamos aterrizando en un sitio que no se parecía en nada a Casa Verde. Varias instalaciones construidas con tablones y cubiertas con plástico negro componían aquel campamento, ubicado mucho más arriba de Casa Verde en el reino de una niebla que lamía las montañas y no permitía ver mucho más allá. Por seguridad, la reunión no se hizo en Casa Verde, nos explicaron después.
A boca de jarro, y después de evadir el ventarrón de las aspas del helicóptero nos recibieron Jacobo Arenas y Alfonso Cano. Vinieron los saludos y los regalos que Ossa Escobar había traido para los comandantes. Después de observarnos cuidadosamente, Jacobo Arenas le pidió al “Culebro” que le prestara el ejemplar de El Colombiano que traía en su mano. Allí pensé que, sin empezar la reunión, yo ya había cometidos dos errores. El primero no haber llevado ejemplares de El Espectador y el segundo que ya le había tomado las fotos al comandante sosteniendo en sus manos un medio distinto al mío. El hijo de Ossa Escobar andaba feliz correteando las gallinas y un gato en quienes gastó todo el rollo de su cámara desechable. No le quedaron fotos para sacarse con los guerrilleros como le había indicado su papá cuando le entregó la cámara en Bogotá.
Después del protocolo, almorzamos gallina preparada en un generoso fogón de leña. Nos explicaron a los periodistas las reglas de juego. El delegado del Gobierno y los miembros de la Comisión de Verificación se reunirían con los comandantes de las Farc a puerta cerrada. Al final de la reunión entregarían un comunicado de prensa y algunas declaraciones.
Alfonso Cano trajo un juego de crucigrama en el que se arman palabras con letras que se van colocando en un tablero. Cada letra tiene un puntaje. “Como esto se puede demorar, pueden jugar entre ustedes y si quieren con algunos de los compañeros”, dijo con simpatía. Por allí pasaban hombres vestidos de camuflado y prendas de uso privativo de la Policía Nacional. El campamento podría albergar unos doscientos combatientes.
Llegó “Tirofijo”
El hijo de Carlos Ossa era bueno con las palabras. La tarde transcurría apacible y sin afán. El piloto aseguró que ya no había retorno a Bogotá, pues el cielo se había cerrado y la Comisión no había terminado su reunión a tiempo. Cerca de las seis pasó algo que habíamos esperado durante todo el día. Llegó el comandante Manuel Marulanda, alias “Tirofijo”. Como cualquier campesino que termina su jornada, regresó a la casa al caer la tarde. Venía con botas de caucho, machete y revolver al cinto, ruana y sombrero. Saludó a cada uno de los periodistas. Era de pocas palabras. Luego se fue para la cocina. Una guerrillera sacó un platón con agua caliente y comenzó a lavarle los pies. Alfonso Cano informó que la reunión estaba a punto de terminar y nos pidió un poco de paciencia. “Si ya está aburrido de jugar crucigrama puede ir a la cocina y hablar con las compañeras que están allí”, me dijo en tono amable.
En la cocina me tomé un café al calor del fogón de leña. Allí hablé con una joven llanera de ojos verdes que hizo parte de las células urbanas de las Farc en Bogotá. “Una vez el Ejército me capturó y me tuvieron no sé donde. Me torturaron y de un momento a otro me dejaron libre porque ya se había iniciado el proceso de paz con Belisario”. Me fui para Villavicencio y de allí los comandantes me trajeron para este lado donde he estado más tranquila…. Aquí, todos, hombres y mujeres, cocinamos y hacemos los oficios”, comentó la combatiente.
A las siete pasadas terminó la reunión. Se leyó el comunicado y se respondieron algunas preguntas. El tema central era el de las comunicaciones. Los organismos de seguridad del Estado habían capturado los correos humanos de las Farc y las órdenes de cese al fuego no se cumplían por falta de información. En este sentido se establecieron protocolos para garantizar que todo aquello que saliera del Secretariado y que contribuyera a fortalecer el proceso de paz no fuera objeto de interceptación por parte de los agentes del Estado.
Jacobo, alcalde de Bogotá
Una vez pasó el agite de las cámaras y las grabadoras, Jacobo Arenas nos invitó nuevamente a pasar a la mesa donde habíamos estado jugando crucigrama toda la tarde. Procedió a destapar los regalos que le trajo el comisionado. Libros, revistas, tabacos cubanos (Cohiba para más señas) y coñac. A pesas que el coñac vale oro en esas latitudes no dudó en ofrecer una ronda a los asistentes. Ya más distensionado el ambiente, dijo, en medio de una carcajada, que ése era también un sacrificio que hacía por la paz de Colombia.
Arenas habló de los tiempos cuando fue estafeta de un alto oficial del Ejército colombiano, de sus aspiraciones políticas, de su sueño por un país más igualitario, de las platas de los grupos económicos, del papel de los medios de comunicación… “Me hubiera encantado ser alcalde de Bogotá…. Ustedes se imaginan las gigantescas marchas que habría encabezado?.... Pues eso es lo bueno de Bogotá”, señaló.
De la rueda de prensa pasamos a la tertulia, pero el comandante Manuel Marulanda ya tenía sueño y no había participado mucho en la conversación. Desde hacía ya bastante rato el hijo de Carlos Ossa había tomado posesión de la cama de Jacobo Arenas y dormía plácidamente. “Tirofijo” se despidió de todos. Dijo que tenía que ir a un campamento ubicado mucho más arriba de donde estábamos. Llevaba en su mano una linterna.
Arenas y Cano continuaron con la velada hasta altas horas de la noche. Pensamos que íbamos a amanecer allí, sentados, pero el frío fue pegando cada vez más duro. Al cabo de un rato nos informaron que ya estaban listos los alojamientos, que había cobijas pero no colchones. En un intento desesperado por tratar de dormir bien, pedí una almohada, petición que después de algunos minutos se me concedió.
El día abrió limpio en la montaña, el panorama estaba completamente despejado y se veían muy claramente los cañones que remontó “El Culebro” el día anterior para llegar hasta dónde estábamos. La cosa era de afán, pues en cualquier momento la niebla podría tapar todo. Una pasada rápida por el chorro helado de la cañada despejó los rastros de sueño y coñac. Caldo de papa y chocolate nos despidieron del campamento.
Han pasado 21 años desde aquel febrero de 1987. Algunos de los actores de aquella reunión ya no están. Jacobo Arenas, moriría a los pocos años de muerte natural. Jesús Antonio Bejerano, caería asesinado después de dictar clase en la Facultad de Economía de La Nacional. Manuel Marulanda, moriría 21 años después en esas mismas montañas de las que se negó a salir. Carlos Ossa Escobar aspiraría a la alcaldía de Bogotá y terminaría su vida pública después de un escándalo por posesión de marihuana. Ricardo Santamaría sería embajador en Cuba y director de medios de comunicación. Rafael Pardo Rueda se convertiría en ministro de Defensa en el gobierno de César Gaviria y hoy en aspirante a presidente. Alfonso Cano es hoy el comandante máximo de las Farc. Posiblemente y si la historia es cíclica Pardo y Cano volverán a verse las caras en un escenario donde, por ahora, no valen las palabras.
JORGE MANRIQUE GRISALES
La orden vino del otro lado de la línea telefónica. Había que estar a las cinco y treinta de la mañana en las instalaciones de Helicol para volar hacia “Casa Verde”. La orden del jefe de redacción incluía pasar por el departamento de fotografía y retirar una cámara, pues sólo había cupo para una persona de “El Espectador” en el helicóptero. Total había que ir preparado para registrar en palabras y fotos el encuentro de la Comisión de Verificación de Cese al Fuego con el Secretariado de las FARC.
Era febrero de 1987. Virgilio Barco llevaba seis meses en el gobierno y el proceso de paz con las FARC tambaleaba por la desinformación. Por esta razón, se decidió crear una Comisión de Verificación para tratar de mantener las condiciones de cese al fuego y tratar de avanzar en los temas de una agenda incierta.
Aún era de noche cuando arribamos a Helicol, cerca al aeropuerto Eldorado. Allí estaban el entonces comisionado de Paz, Carlos Ossa Escobar, Rafael Pardo Rueda, Ricardo Santamaría y Jesús Antonio Bejarano. Un poco alejado y pendiente de su cámara fotográfica estaba el hijo de Ossa Escobar quien para la época tendría unos10 años de edad.
Navegando entre la niebla
Escrutando el cielo, algunos de los allí presentes hacían vaticinios sobre el tiempo reinante en “Casa Verde”. El caso es que la reunión debía realizarse con carácter urgente, pues había mucho malestar por acusaciones de parte y parte. Casi a las siete aterrizó el gigantesco helicóptero amarillo de la Gobernación de Antioquia piloteado por un veterano capitán a quien todos le decían “El Culebro”. Ese mismo aparato se haría tristemente célebre meses después, pues en él perdería la vida el dirigente conservador J.Emilio Valderrama.
Con la experticia que le dieron los años transportando por los aires tubería para construir el oleoducto en Orito, Putumayo, “El Culebro” remontó los cerros tutelares de Bogotá. Las nubes aparecerían y desaparecían como fantasmas. Al cabo de unos minutos y de consultas con Carlos Ossa, el helicóptero aterrizó en la Base Aérea de Apiay, cerca Villavicencio. Allí se abasteció de combustible y recogió a un nuevo pasajero. Se trataba de un desmovilizado de las Farc. Un adolescente con rasgos indígenas que iba vestido de camuflado sin insignias.
A los periodistas jamás nos dijeron cuál era el itinerario. Todos esperábamos aterrizar en la legendaria “Casa Verde”, tantas veces registrada por las cámaras de televisión en el gobierno de Belisario Betancur. El helicóptero remontaba cañoñes y “El Culebro” no apartaba la vista de la ventanilla de piso, cercana a su pié izquierdo, y que le permitía vigilar la cercanía del terreno. Varias veces intentó ingresar por una pared de nubes, pero el aparato volvía a dar la vuelta. Finalmente encontró “el hueco” y pasó. Casi al mediodía estábamos aterrizando en un sitio que no se parecía en nada a Casa Verde. Varias instalaciones construidas con tablones y cubiertas con plástico negro componían aquel campamento, ubicado mucho más arriba de Casa Verde en el reino de una niebla que lamía las montañas y no permitía ver mucho más allá. Por seguridad, la reunión no se hizo en Casa Verde, nos explicaron después.
A boca de jarro, y después de evadir el ventarrón de las aspas del helicóptero nos recibieron Jacobo Arenas y Alfonso Cano. Vinieron los saludos y los regalos que Ossa Escobar había traido para los comandantes. Después de observarnos cuidadosamente, Jacobo Arenas le pidió al “Culebro” que le prestara el ejemplar de El Colombiano que traía en su mano. Allí pensé que, sin empezar la reunión, yo ya había cometidos dos errores. El primero no haber llevado ejemplares de El Espectador y el segundo que ya le había tomado las fotos al comandante sosteniendo en sus manos un medio distinto al mío. El hijo de Ossa Escobar andaba feliz correteando las gallinas y un gato en quienes gastó todo el rollo de su cámara desechable. No le quedaron fotos para sacarse con los guerrilleros como le había indicado su papá cuando le entregó la cámara en Bogotá.
Después del protocolo, almorzamos gallina preparada en un generoso fogón de leña. Nos explicaron a los periodistas las reglas de juego. El delegado del Gobierno y los miembros de la Comisión de Verificación se reunirían con los comandantes de las Farc a puerta cerrada. Al final de la reunión entregarían un comunicado de prensa y algunas declaraciones.
Alfonso Cano trajo un juego de crucigrama en el que se arman palabras con letras que se van colocando en un tablero. Cada letra tiene un puntaje. “Como esto se puede demorar, pueden jugar entre ustedes y si quieren con algunos de los compañeros”, dijo con simpatía. Por allí pasaban hombres vestidos de camuflado y prendas de uso privativo de la Policía Nacional. El campamento podría albergar unos doscientos combatientes.
Llegó “Tirofijo”
El hijo de Carlos Ossa era bueno con las palabras. La tarde transcurría apacible y sin afán. El piloto aseguró que ya no había retorno a Bogotá, pues el cielo se había cerrado y la Comisión no había terminado su reunión a tiempo. Cerca de las seis pasó algo que habíamos esperado durante todo el día. Llegó el comandante Manuel Marulanda, alias “Tirofijo”. Como cualquier campesino que termina su jornada, regresó a la casa al caer la tarde. Venía con botas de caucho, machete y revolver al cinto, ruana y sombrero. Saludó a cada uno de los periodistas. Era de pocas palabras. Luego se fue para la cocina. Una guerrillera sacó un platón con agua caliente y comenzó a lavarle los pies. Alfonso Cano informó que la reunión estaba a punto de terminar y nos pidió un poco de paciencia. “Si ya está aburrido de jugar crucigrama puede ir a la cocina y hablar con las compañeras que están allí”, me dijo en tono amable.
En la cocina me tomé un café al calor del fogón de leña. Allí hablé con una joven llanera de ojos verdes que hizo parte de las células urbanas de las Farc en Bogotá. “Una vez el Ejército me capturó y me tuvieron no sé donde. Me torturaron y de un momento a otro me dejaron libre porque ya se había iniciado el proceso de paz con Belisario”. Me fui para Villavicencio y de allí los comandantes me trajeron para este lado donde he estado más tranquila…. Aquí, todos, hombres y mujeres, cocinamos y hacemos los oficios”, comentó la combatiente.
A las siete pasadas terminó la reunión. Se leyó el comunicado y se respondieron algunas preguntas. El tema central era el de las comunicaciones. Los organismos de seguridad del Estado habían capturado los correos humanos de las Farc y las órdenes de cese al fuego no se cumplían por falta de información. En este sentido se establecieron protocolos para garantizar que todo aquello que saliera del Secretariado y que contribuyera a fortalecer el proceso de paz no fuera objeto de interceptación por parte de los agentes del Estado.
Jacobo, alcalde de Bogotá
Una vez pasó el agite de las cámaras y las grabadoras, Jacobo Arenas nos invitó nuevamente a pasar a la mesa donde habíamos estado jugando crucigrama toda la tarde. Procedió a destapar los regalos que le trajo el comisionado. Libros, revistas, tabacos cubanos (Cohiba para más señas) y coñac. A pesas que el coñac vale oro en esas latitudes no dudó en ofrecer una ronda a los asistentes. Ya más distensionado el ambiente, dijo, en medio de una carcajada, que ése era también un sacrificio que hacía por la paz de Colombia.
Arenas habló de los tiempos cuando fue estafeta de un alto oficial del Ejército colombiano, de sus aspiraciones políticas, de su sueño por un país más igualitario, de las platas de los grupos económicos, del papel de los medios de comunicación… “Me hubiera encantado ser alcalde de Bogotá…. Ustedes se imaginan las gigantescas marchas que habría encabezado?.... Pues eso es lo bueno de Bogotá”, señaló.
De la rueda de prensa pasamos a la tertulia, pero el comandante Manuel Marulanda ya tenía sueño y no había participado mucho en la conversación. Desde hacía ya bastante rato el hijo de Carlos Ossa había tomado posesión de la cama de Jacobo Arenas y dormía plácidamente. “Tirofijo” se despidió de todos. Dijo que tenía que ir a un campamento ubicado mucho más arriba de donde estábamos. Llevaba en su mano una linterna.
Arenas y Cano continuaron con la velada hasta altas horas de la noche. Pensamos que íbamos a amanecer allí, sentados, pero el frío fue pegando cada vez más duro. Al cabo de un rato nos informaron que ya estaban listos los alojamientos, que había cobijas pero no colchones. En un intento desesperado por tratar de dormir bien, pedí una almohada, petición que después de algunos minutos se me concedió.
El día abrió limpio en la montaña, el panorama estaba completamente despejado y se veían muy claramente los cañones que remontó “El Culebro” el día anterior para llegar hasta dónde estábamos. La cosa era de afán, pues en cualquier momento la niebla podría tapar todo. Una pasada rápida por el chorro helado de la cañada despejó los rastros de sueño y coñac. Caldo de papa y chocolate nos despidieron del campamento.
Han pasado 21 años desde aquel febrero de 1987. Algunos de los actores de aquella reunión ya no están. Jacobo Arenas, moriría a los pocos años de muerte natural. Jesús Antonio Bejerano, caería asesinado después de dictar clase en la Facultad de Economía de La Nacional. Manuel Marulanda, moriría 21 años después en esas mismas montañas de las que se negó a salir. Carlos Ossa Escobar aspiraría a la alcaldía de Bogotá y terminaría su vida pública después de un escándalo por posesión de marihuana. Ricardo Santamaría sería embajador en Cuba y director de medios de comunicación. Rafael Pardo Rueda se convertiría en ministro de Defensa en el gobierno de César Gaviria y hoy en aspirante a presidente. Alfonso Cano es hoy el comandante máximo de las Farc. Posiblemente y si la historia es cíclica Pardo y Cano volverán a verse las caras en un escenario donde, por ahora, no valen las palabras.
martes, marzo 25, 2008
EL DERECHO A VER CINE
Soy un aficionado a leer los comentarios sobre cine en los periódicos, no porque me apasione volverme un experto en la materia, sino para contrastar los juicios de los “sabios” del séptimo arte con la realidad de la penumbra de la sala de cine. También escucho uno que otro programa de radio donde recomiendan ésta o aquella película.
Lo que no soporto es que alguien haya dicho en radio Caracol que una de las películas que se estrenó en Semana Santa es tan mala que no se explica cómo le siguen financiando cintas a ese director. Menos mal que el comentarista no es quien paga. Hablamos del mismo director de “Godzila” y el “Día de la Independencia” que reportaron récords de taquilla por las razones que fuera. Esto demuestra que hay una cosa que no cambia en la gente: el deseo de imaginar, soñar.
Si el cine fuera sólo para los intelectuales, se perdería el encanto de cintas como "Batman" en la que Jack Nicholson realizó un excelente papel interpretando al perverso Guazón… Qué pena señor comentarista… Me quedo con aquello que me reconcilia con el matiné de hace muchos años, cuando íbamos a función doble a ver películas de vaqueros y a Buck Rogers con unos efectos de cocina barata que hoy dan risa, pero que en aquella época nos excitaban la mente.
Voy a cometer un sacrilegio al confesar que me quedé dormido viendo “Apocalipsis Now”… ¡Qué vergüenza! Sin embargo, me reconforta saber que a cine también vamos personas comunes y corrientes que buscamos algo que un colega que enseña Literatura me confesó una vez que le pregunté cuál era la clave del éxito para que a su clase asistieran puntuales sus estudiantes: evadirse…Volarse de la realidad y entrar a un mundo mágico… Gracias a Dios para mí el cine sigue siendo eso.
No me da pena decir que me gocé 10.000 A.C. Es una historia rara, loca, absurda quizás con las mezclas de eras y culturas, pero que tiene los ingredientes que me transportaron a un mundo distinto. Seguiré leyendo los comentarios de cine para dejarme seducir por las películas de una o dos estrellas… Es también un derecho.
Lo que no soporto es que alguien haya dicho en radio Caracol que una de las películas que se estrenó en Semana Santa es tan mala que no se explica cómo le siguen financiando cintas a ese director. Menos mal que el comentarista no es quien paga. Hablamos del mismo director de “Godzila” y el “Día de la Independencia” que reportaron récords de taquilla por las razones que fuera. Esto demuestra que hay una cosa que no cambia en la gente: el deseo de imaginar, soñar.
Si el cine fuera sólo para los intelectuales, se perdería el encanto de cintas como "Batman" en la que Jack Nicholson realizó un excelente papel interpretando al perverso Guazón… Qué pena señor comentarista… Me quedo con aquello que me reconcilia con el matiné de hace muchos años, cuando íbamos a función doble a ver películas de vaqueros y a Buck Rogers con unos efectos de cocina barata que hoy dan risa, pero que en aquella época nos excitaban la mente.
Voy a cometer un sacrilegio al confesar que me quedé dormido viendo “Apocalipsis Now”… ¡Qué vergüenza! Sin embargo, me reconforta saber que a cine también vamos personas comunes y corrientes que buscamos algo que un colega que enseña Literatura me confesó una vez que le pregunté cuál era la clave del éxito para que a su clase asistieran puntuales sus estudiantes: evadirse…Volarse de la realidad y entrar a un mundo mágico… Gracias a Dios para mí el cine sigue siendo eso.
No me da pena decir que me gocé 10.000 A.C. Es una historia rara, loca, absurda quizás con las mezclas de eras y culturas, pero que tiene los ingredientes que me transportaron a un mundo distinto. Seguiré leyendo los comentarios de cine para dejarme seducir por las películas de una o dos estrellas… Es también un derecho.
EL SHOW DEL CONFLICTO
Definitivamente no hubo mejor momento que el del conflicto con los países vecinos para montar un superconcierto. Juanes anda de gira y lo mismo Miguel Bosé… Publicidad es lo que necesitan y eso fue precisamente lo que les sobró en la preparación de un acto patriótico con el que los artistas resultaron premiando la irresponsabilidad de gobiernos que pusieron en riesgo la estabilidad de cuatro naciones.
La empresa privada y los medios se volcaron también para darse pantalla con el evento de masas que congregó a cerca de 70 mil personas en el puente Internacional Simón Bolívar, entre Cúcuta, en Colombia, y San Antonio del Táchira, en Venezuela. Las chequeras de los industriales Carlos Ardila Lulle y Julio Mario Santodomingo, así como de un buen número de empresas, se desbordaron para sobrepasar la cifra de US$300 millones que costó la generosa iniciativa del paisa de “La camisa negra”.
Trescientos millones de dólares son, mal contados, unos 57 mil millones de pesos. Con esa plata, ¿cuánta hambre no podría calmarse en la misma zona de frontera, donde la etnia wayú pasa trabajos con sus mercancías y donde colombianos y venezolanos comparten el olvido de gobiernos centrales preocupados por otros asuntos?
Bien por Juanes y Bosé, que quedaron como héroes y de paso aseguraron los llenos para sus conciertos que pronto llegarán a las principales ciudades colombianas. ¿Será que algún día el paisa de “La camisa negra” ofrecería un concierto gratis para los desplazados y las víctimas de la violencia?... Si no hay publicidad y medios, eso es muy difícil. Obviamente, faltará de nuevo la mano de Julio Sánchez Cristo y su poderosa W.
La empresa privada y los medios se volcaron también para darse pantalla con el evento de masas que congregó a cerca de 70 mil personas en el puente Internacional Simón Bolívar, entre Cúcuta, en Colombia, y San Antonio del Táchira, en Venezuela. Las chequeras de los industriales Carlos Ardila Lulle y Julio Mario Santodomingo, así como de un buen número de empresas, se desbordaron para sobrepasar la cifra de US$300 millones que costó la generosa iniciativa del paisa de “La camisa negra”.
Trescientos millones de dólares son, mal contados, unos 57 mil millones de pesos. Con esa plata, ¿cuánta hambre no podría calmarse en la misma zona de frontera, donde la etnia wayú pasa trabajos con sus mercancías y donde colombianos y venezolanos comparten el olvido de gobiernos centrales preocupados por otros asuntos?
Bien por Juanes y Bosé, que quedaron como héroes y de paso aseguraron los llenos para sus conciertos que pronto llegarán a las principales ciudades colombianas. ¿Será que algún día el paisa de “La camisa negra” ofrecería un concierto gratis para los desplazados y las víctimas de la violencia?... Si no hay publicidad y medios, eso es muy difícil. Obviamente, faltará de nuevo la mano de Julio Sánchez Cristo y su poderosa W.
lunes, marzo 10, 2008
Y La guerra fue en Pascual Guerrero
Después de una semana de tensiones por la amenaza de guerra internacional con Venezuela, Ecuador y Nicaragua, el conflicto estalló en el barrio San Fernando de Cali, más exactamente en la tribuna sur del Estadio Pascual Guerrero. Allí saltó la válvula de escape en manos de los vándalos que tras la pasión del fútbol esconden conflictos, armas, drogas y licor.
En la refriega hubo generales bien troperos como el técnico del América de Cali, Diego Umaña quien con la precisión de un misil lanzó un golpe a su colega del Deportivo Cali, Daniel Carreño, que lo hizo rodar por la gramilla.
Atrás quedan los buenos propósitos del barrismo social o del “juego limpio…Señores”. La guerra se desató en medio de un espectáculo que por dentro está lleno de cosas oscuras, hasta donde no llega la ley. Hubo insultos de todos lo calibres, patadas, puños, navajas, piedra y vandalismo.
Lo peor de cualquier guerra son las víctimas. En la batalla del Pascual Guerrero la cifra de heridos llegó a 80, mientras que los daños materiales, tanto al Estadio como a las viviendas cercanas al escenario deportivo, aún no se terminan de cuantificar.
Absurdo que el deporte se convierta en lo que vimos el fin de semana. Ni Chavez con sus insultos y amenazas logró lo que la cabeza caliente de Umaña hizo con su colega y vecino de plaza. Al mejor estilo de las marrullerías de los jugadores Umaña lanzó el golpe y escondió la mano.
Con cierta razón un vecino del sector afirmó que ir al estadio de Cali es como firmar la partida de defunción. Ojalá el señor Umaña no tenga nada más que ver con el fútbol en Colombia y que se cumpla a cabalidad el anuncio del alcalde de la ciudad, Jorge Iván Ospina, en el sentido que la tribuna sur no tendrá público hasta cuando la gente sepa comportarse… Cosa bien difícil conociendo la pasión malsana que mueve a algunos hinchas.
En la refriega hubo generales bien troperos como el técnico del América de Cali, Diego Umaña quien con la precisión de un misil lanzó un golpe a su colega del Deportivo Cali, Daniel Carreño, que lo hizo rodar por la gramilla.
Atrás quedan los buenos propósitos del barrismo social o del “juego limpio…Señores”. La guerra se desató en medio de un espectáculo que por dentro está lleno de cosas oscuras, hasta donde no llega la ley. Hubo insultos de todos lo calibres, patadas, puños, navajas, piedra y vandalismo.
Lo peor de cualquier guerra son las víctimas. En la batalla del Pascual Guerrero la cifra de heridos llegó a 80, mientras que los daños materiales, tanto al Estadio como a las viviendas cercanas al escenario deportivo, aún no se terminan de cuantificar.
Absurdo que el deporte se convierta en lo que vimos el fin de semana. Ni Chavez con sus insultos y amenazas logró lo que la cabeza caliente de Umaña hizo con su colega y vecino de plaza. Al mejor estilo de las marrullerías de los jugadores Umaña lanzó el golpe y escondió la mano.
Con cierta razón un vecino del sector afirmó que ir al estadio de Cali es como firmar la partida de defunción. Ojalá el señor Umaña no tenga nada más que ver con el fútbol en Colombia y que se cumpla a cabalidad el anuncio del alcalde de la ciudad, Jorge Iván Ospina, en el sentido que la tribuna sur no tendrá público hasta cuando la gente sepa comportarse… Cosa bien difícil conociendo la pasión malsana que mueve a algunos hinchas.
miércoles, febrero 06, 2008
LA MARCHA COCA COLA
Nunca se sabrá cuántas personas marcharon en todo el mundo en contra de las Farc. Los medios especulan y quienes quieren sacar partido de la importante movilización ciudadana hacen cuentas alegres.
De todo esto, es indiscutible un hecho: el poder de la tecnología como detonante de la acción social. Ya se habían visto campañas montadas en Internet para bloquear el consumo de productos como Pepsi o la gasolina expendida por Esso y Mobil.
Hace poco un comunicador presentó en un congreso internacional el impacto que en Internet causó un rumor sobre la presencia de sustancias tóxicas en la bebida Dasani, producida por Coca Cola. En Argentina, la noticia se regó como pólvora y fue la denominada red de redes el medio que movió la voluntad de compra de al menos un cuarto de la población.
Veamos las matemáticas: Los portales de la multinacional en Buenos Aires recibieron en una época al menos 400 mensajes diarios de consumidores indagando por el supuesto problema. En una semana la cifra ascendió a 2.800 que multiplicados por cuatro dan un total de 11.200 consultas al mes. Se estima que cada persona que consultó influye en al menos otras 11 personas y, a su vez, esta segunda generación riega el rumor en al menos otras seis personas… Para no ir más lejos, se estima que en cuatro meses el tema quedó instalado en la mente de al menos 8 millones 870 mil 400 personas, correspondientes al 25% de la población total de Argentina.
De acuerdo con los datos de Coca Cola en Argentina, uno de cada tres consumidores conoce los rumores, y de ellos el 60% lo considera verdadero.
El todopoderoso Facebook se encargó de hacer la convocatoria de la marcha contra las Farc en todo el mundo. La respuesta fue multitudinaria. Esta quedará registrada en la historia como una de las más grandes comunidades virtuales en procura de una movilización ciudadana.
Las matemáticas de la marcha convocada por Internet, como el caso de los consumidores de Dasani en Argentina, funcionaron en progresión geométrica… Sin embargo, hay que mencionar un detalle: Coca Cola, como la gran afectada, no respondió a las inquietudes del público… Ojalá no pase lo mismo con las FARC, aunque es muy probable que para la guerrilla también funcione la estrategia de la multinacional gringa de hacerse sorda.
De todo esto, es indiscutible un hecho: el poder de la tecnología como detonante de la acción social. Ya se habían visto campañas montadas en Internet para bloquear el consumo de productos como Pepsi o la gasolina expendida por Esso y Mobil.
Hace poco un comunicador presentó en un congreso internacional el impacto que en Internet causó un rumor sobre la presencia de sustancias tóxicas en la bebida Dasani, producida por Coca Cola. En Argentina, la noticia se regó como pólvora y fue la denominada red de redes el medio que movió la voluntad de compra de al menos un cuarto de la población.
Veamos las matemáticas: Los portales de la multinacional en Buenos Aires recibieron en una época al menos 400 mensajes diarios de consumidores indagando por el supuesto problema. En una semana la cifra ascendió a 2.800 que multiplicados por cuatro dan un total de 11.200 consultas al mes. Se estima que cada persona que consultó influye en al menos otras 11 personas y, a su vez, esta segunda generación riega el rumor en al menos otras seis personas… Para no ir más lejos, se estima que en cuatro meses el tema quedó instalado en la mente de al menos 8 millones 870 mil 400 personas, correspondientes al 25% de la población total de Argentina.
De acuerdo con los datos de Coca Cola en Argentina, uno de cada tres consumidores conoce los rumores, y de ellos el 60% lo considera verdadero.
El todopoderoso Facebook se encargó de hacer la convocatoria de la marcha contra las Farc en todo el mundo. La respuesta fue multitudinaria. Esta quedará registrada en la historia como una de las más grandes comunidades virtuales en procura de una movilización ciudadana.
Las matemáticas de la marcha convocada por Internet, como el caso de los consumidores de Dasani en Argentina, funcionaron en progresión geométrica… Sin embargo, hay que mencionar un detalle: Coca Cola, como la gran afectada, no respondió a las inquietudes del público… Ojalá no pase lo mismo con las FARC, aunque es muy probable que para la guerrilla también funcione la estrategia de la multinacional gringa de hacerse sorda.
miércoles, enero 30, 2008
LA CULPA ES DE LOS BANCOS
La proliferación de negocios informales para captar dinero del público resulta apenas explicable en tiempos en que los bancos se la quieren ganar todas.
Una clienta comentaba a una cadena radial como la entidad bancaria que maneja y, de paso, se beneficia de su plata, le cobra por todo concepto: por retirar dinero, por administrar sus tarjetas, por el impuesto del cuatro por mil… En fin son demasiadas mordidas que estas entidades le dan a los ahorros de la gente.
Como si fuera poco, los bancos son las únicas entidades a las que no les pasa absolutamente nada en tiempos de crisis. Si suben o bajan las tasas de interés, sencillamente se acomodan a las condiciones del mercado preservando sus multimillonarias ganancias. Al final, los que terminan pagando los altibajos de la economía somos quienes algún día sacamos la platica de debajo del colchón para confiársela a la todopoderosa banca que hoy es un negocio global.
Es normal recibir llamadas de los bancos ofreciendo créditos y paquetes que incluyen tarjetas, chequeras y refinanciación de las deudas. Los intereses por la plata guardada no se ve, pues en los extractos es claro que los usuarios siempre salimos a deberles a los banqueros el favor de tener allí nuestros ahorros. Otra cosa es cuando usted tiene un crédito para cualquier cosa… Al final termina pagando hasta más de tres veces la deuda, sin ninguna compasión.
El cantor argentino Facundo Cabral compuso un verso que hizo furor en los años ochenta en sus conciertos por el mundo: “Quien es más ladrón, hermano, los que roban un banco o aquellos que lo fundaron”.
Una clienta comentaba a una cadena radial como la entidad bancaria que maneja y, de paso, se beneficia de su plata, le cobra por todo concepto: por retirar dinero, por administrar sus tarjetas, por el impuesto del cuatro por mil… En fin son demasiadas mordidas que estas entidades le dan a los ahorros de la gente.
Como si fuera poco, los bancos son las únicas entidades a las que no les pasa absolutamente nada en tiempos de crisis. Si suben o bajan las tasas de interés, sencillamente se acomodan a las condiciones del mercado preservando sus multimillonarias ganancias. Al final, los que terminan pagando los altibajos de la economía somos quienes algún día sacamos la platica de debajo del colchón para confiársela a la todopoderosa banca que hoy es un negocio global.
Es normal recibir llamadas de los bancos ofreciendo créditos y paquetes que incluyen tarjetas, chequeras y refinanciación de las deudas. Los intereses por la plata guardada no se ve, pues en los extractos es claro que los usuarios siempre salimos a deberles a los banqueros el favor de tener allí nuestros ahorros. Otra cosa es cuando usted tiene un crédito para cualquier cosa… Al final termina pagando hasta más de tres veces la deuda, sin ninguna compasión.
El cantor argentino Facundo Cabral compuso un verso que hizo furor en los años ochenta en sus conciertos por el mundo: “Quien es más ladrón, hermano, los que roban un banco o aquellos que lo fundaron”.
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