Granada (España)
Dos horas y media antes que España y Chile tocaran el balón en el legendario estadio Maracaná de Río de Janeiro, el rey de España firmaba la ley mediante la cual abdicaba a su trono en favor de su hijo, el príncipe Felipe. Cuando el árbitro señaló el final del encuentro que perdieron los ibéricos 2-0 faltaba apenas una hora para que la ley firmada a las 6:30 de la tarde del miércoles surtiera todos sus efectos y el entonces Príncipe de Asturias se convirtiera en Felipe VI.
A 420 kilómetros del palacio real de Madrid, los comercios cerraron en Granada. Había que concentrarse para cuatro acontecimientos: la celebración de la fiesta del Corpus Cristi, el relevo en el trono de España, el partido de los campeones del mundo y la reaparición en la plaza de toros esta ciudad del torero José Tomás.
Del Corpus Cristi se ocuparon algunas gentes que adornaron los balcones de sus casas con el santísimo cáliz y algunas damas mayores que en la Catedral de Granada adornaron con flores un costoso paso de procesión labrado en plata. Del rey se ocupó la gran prensa en sus titulares de despedida. Del fútbol, todo el mundo, y de José Tomás los aficionados que se arremolinaron alrededor de las últimas boletas para la primera corrida del Corpus Cristi.
Estos cuatro acontecimientos se vivieron al amparo de las banderas de España que salieron a los balcones y a las puertas de los bares para invitar a los hinchas a pasar el partido con tapas y cerveza. En las calles mucho calor y mucho turismo. Los termómetros alcanzaron los 37 grados.
De la fiesta religiosa del Corpus Cristi pocos hablan pero todos se volcaron a ver la procesión por la Gran Vía de Granada. Los más jóvenes ni se imaginan lo que significan esas dos palabras calcadas del latín. En España la religión es un asunto de cada cual pero lo cierto es que Granada se paraliza el jueves de Corpus. Las tiendas cierran desde la víspera y a pesar de la crisis, las fiestas de guardar son sagradas.
Del rey se dice que ya no vale la pena discutir si monarquía o república. Un taxista lo resumió así: “alguien dijo por ahí que el rey también es un republicano… Y tiene razón... Nos ayudó a organizarnos... Creo que más de la mitad de los españoles está de acuerdo con que sigamos teniendo rey”.
La televisión pública transmitió en directo la sucesión del rey y los noticieros repitieron una y otra vez las escenas de la sucesión. Algunos comentaron después que el rey Juan Carlos I ya estaba muy enfermo y que inclusive casi se cae en las ceremonias debido a su pérdida de equilibrio.
Como ya no había nada que celebrar en cuanto al Mundial de Fútbol, los españoles observaron tranquilos el paseo de los nuevos monarcas en Madrid. De las calles desaparecieron las camisetas rojas y las que había exhibidas en las tiendas bajaron de precio. Pareciera como si los dueños de los locales quisieran deshacerse de ellas cuanto antes.
Antes del partido contra Chile, los periodistas hablaban con cautela. Había un cierto aire de pesimismo y de temor por lo que podía pasar. El diario Marca publicó dos artículos de miedo en los que le recordó a sus lectores las veces que España fue eliminada de los mundiales. Fue como una advertencia.
En otro escenario, en la plaza de toros de Granada, José Tomás se levantó como Lázaro de su tumba, luego de que el quinto toro de la tarde le propinara una fuerte paliza que lo dejó inconsciente en la arena. Después de varios minutos de incertidumbre salió por su propio pie de la enfermería y le dio muerte al toro. El público estaba enloquecido. Le otorgaron los máximos trofeos y alguien gritó de entre la multitud que colmó los tendidos: ¡Viva España!.. A esa hora de la tarde, casi las 10, nadie se acordaba de la selección de fútbol, del nuevo rey o la procesión de Corpus. Los bares estaban atiborrados de aficionados que hablaban de la gesta de José Tomás.
Fue una semana en la que España tuvo nuevo rey, celebró como Dios manda la fiesta del Corpus, vio la resurrección del torero José Tomás, pero también perdió la corona de campeón mundial de fútbol.