Colombia expresó su pesar por la muerte del expresidente Alfonso López. Ansioso, busqué el pasado domingo en El Espectador los vestigios de los contradictores del ilustre desaparecido y sólo encontré elogios y más elogios.
Albergaba la idea de un periódico que en otra época combatió la corrupción, la injusticia y que por su firme posición frente al delito organizado perdió a su director y algunos corresponsales y funcionarios en varias partes del país.
En mi mente aún estaban encendidas las brasas de mis primeros años como reportero en El Espectador, cuando la vida me dio la oportunidad de trabajar en un periódico que a costa de sufrir retaliaciones publicitarias se enfrentó a uno de los grupos económicos más poderosos de la historia económica del país, encabezado por un primo de López Milchelsen, el también desaparecido Jaime Michelsen.
Recordé también la figura de Luis Carlos Galán, quien había hecho tolda aparte del Partido Liberal, en oposición a López y los viejos caciques de la política tradicional. El Espectador se la jugó por Galán mientras que El Tiempo lo hizo por López.
A pesar de la envoltura social, que le permitió encabezar causas por los desprotegidos, desde cuando esgrimió las banderas del Movimiento Revolucionario Liberal, López nunca abandonó su condición de gran barón de la política de trapo rojo. Fue el dueño de la maquinaria electoral que cobijó a personajes como Samper, Santofimio, Serpa y Name con todas las nefastas consecuencias que eso tuvo para el país.
Intelectual, visionario, esposo, padre, vallenatólogo…Todo lo que quieran, pero López también marcó la historia con escándalos como el de la construcción de una polémica carretera hasta su Hacienda La Libertad en los Llanos, o el famoso Fonsi-jet en el que viajaron los áulicos de la época.
A López le terminó sucediendo lo mismo que a Tirofijo y Fidel Castro… Por su avanzada edad, terminan sin adversarios de peso a la vista… Todos ya están bajo tierra.
Lamenté mucho que El Espectador no hubiese recordado a Klim o a Alfonso Castillo, los columnistas que en su época obraron como la conciencia de los que no tienen voz en las altas esferas de la política y el Estado… Muy respetuoso, eso sí, el maestro Osuna y su alter ego, Lorenzo Madrigal, le dedicaron una glosa al ilustre desaparecido… Parece que el peso de tanta historia también los agobió como al resto del país.
lunes, julio 30, 2007
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